En la década del ‘70, a quienes les gustaba salir a bailar no tenían que esperar hasta el jueves, viernes o sábado para hacerlo. Es que, por esa época, las discotecas de Tucumán abrían de lunes a lunes, según contó a “Panorama Tucumano” Nicolás Maisano, quien fue disc jockey y dueño de uno de los locales nocturnos más conocidos de esa época, Tiffanys.
Ir a un boliche era parecido a ir a un casamiento, porque los hombres iban de saco y corbata y las mujeres de vestidos largos.
La noche comenzaba temprano, según Maisano. A las 10 y media, el boliche ya estaba abierto, y se llenaba rápidamente de parejas o grupos de amigos. “La edad era bastante alta con respecto a ahora, yo diría una edad promedio de entre 25 y 30 años. Los más chicos del boliche éramos los dueños”, contó.
Al comienzo de la noche, el disc jockey ponía música instrumental, a un nivel de sonido bajo. “Considerábamos que estaba bueno hasta que se llene, que la gente se acomode y pueda tomar y conversar sin el volumen alto. Después, a medida que iba subiendo el número de personas, iba subiendo el ritmo y el volumen hasta llegar a un pico. Eso se mantenía durante 40 minutos o una hora, y luego había una baja que la daba el disc jockey para que (las personas) se sienten, tomen y conversen”, contó el bolichero.
Un día sábado, Tiffanys -tenía capacidad para 700 personas- cerraba entre las siete y media y las ocho de la mañana.
El tipo de música que se escuchaba era fundamentalmente americana, pero también italiana, francesa y mucha bossa nova. Entre los temas movidos, se bailaba al ritmo de artistas como Aretha Franklin, Tom Jones o los Beatles. Por aquellos años, a diferencia de hoy, no existían las previas y no se pagaba entrada para ingresar. “Sólo había dos días en los que sí se las cobraba: en navidad y en año nuevo. En esas fiestas, el boliche se abría a las 12, y a las 12.15, 12.30 ya había bastante gente”, detalló Nicolás al ciclo televisivo de LA GACETA.